Censura, feminismo y arte
Recientemente el Art Gallery de Manchester ha hecho retirar de sus paredes el cuadro “Hylas y las ninfas” de J.W Waterhouse. Con ello dice pretender entablar un diálogo en torno al lugar de la mujer en el arte. Las preguntas al respecto serían muchas: ¿Qué hacer con los cuadros que representen o transmitan una visión sexista de la mujer? ¿Es el valor estético de una obra el único criterio que debe tenerse en cuenta a la hora de decidir sobre su exposición, o por el contrario también deben tenerse en cuenta cuestiones éticas?
En íntima conexión destaca otra polémica reciente, esta vez en relación con la obra de E. Schiele, la reproducción de cuyas pinturas no han podido adornar los muros y vallas de Alemania y Reino Unido por considerarlas pornográficas. Así las cosas, cabe preguntar ¿es el desnudo (femenino) realmente inapropiado para el espacio público? ¿Qué conseguimos al exponerlo, cosificar a la mujer o reivindicar su libertad sexual? ¿Cómo distinguir el puritanismo represivo del feminismo liberador?
¿Y acaso cambia la cosa cuando ese desnudo, en vez de ser el de un adulto, pasa a ser el de un niño? Por ejemplo, pensemos en el sonado “Caso Balthus” ocurrido en el Museo Metropolitano de Nueva York en que miles de personas han pedido que se retire el cuadro “Teresa soñando” de Balthasar Klossowski por aparecer en él una niña en una posición que algunos han considerado sexualmente sugerente. De nuevo, quien lleva razón, ¿aquellos que ven en el cuadro una incitación a la pedofilia, o los que consideran la medida simple mojigatería?